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FILATELA: ACTUALIDAD CRECIENTE EN LA PRENSA SALMÓN

 

Texto: Miguel Martínez de Moratín

 

Muchos de mis compañeros de profesión piensan que el crudo puede condicionar seriamente el futuro inmediato de la economía mundial. Yo no lo creo. Pienso que los propios productores necesitan moderar el mercado para evitar una crisis económica que reduzca el consumo y, sobre todo, que las energías no fósiles, las alternativas (eólica, solar...) y la energía nuclear comiencen a ocupar espacio y desplacen al oro negro.

Por el contrario, sí coincido con todos los que opinan que con quien lo tenemos realmente CRUDO es con el sistema de previsión social. Lo que realmente puede condicionar la economía y, en especial la española, es el negro panorama que se cierne sobre el sistema de previsión social basado en las cotizaciones. Ya lo hemos apuntado aquí alguna vez. El sistema contributivo tiene un plazo de caducidad y es la llegada a la edad de jubilación de la generación del “baby boom”, entre los que me encuentro, a partir del cercano 2.015.

Esto que parece evidente para todos en Europa, en España no parece preocupar a nadie. Son decenas los organismos internacionales que nos han avisado de los riesgos para nuestra economía de un país con un envejecimiento galopante.

El ECOFIN, que es el organismo que reúne a los ministros de economía y finanzas de la Unión Europea lo acaba de recordar. En su última cita, han pedido expresamente a España que aplique las reformas en su sistema de pensiones previstas en el Pacto de Toledo para evitar riesgos a largo plazo en la sostenibilidad de las finanzas públicas derivadas del envejecimiento de la población.

Pero, para los partido políticos españoles la clave de este mensaje tan claro no es la palabra riesgo, sino la frase largo plazo. “Si es a largo plazo que corran otros con el desgaste político que supone una reforma en serio del sistema” parecen pensar los partidos mayoritarios. ¿Quién planta cara a este problema que se va a presentar dentro de diez años?

La aseguradora Axa ha hecho un exhaustivo estudio sobre las pensiones en Europa. Y los datos son escalofriantes. Nuestro sistema hará crack en el 2015 y tres décadas más tarde, España se encontrará con las pensiones más costosas de Europa que absorberán el 17,3% del PIB actual, el doble que hoy día.

Por si fuera poco, el estudio señala que los españoles somos los europeos más pasotas del tema. Somos los que más retrasamos la preparación del retiro y los que menos pensiones cobramos. La media de una pensión en España es de 751 euros cuando las necesidades para cubrir los gastos domésticos llegan a los 870 euros al mes.

Pero, la gran diferencia con Europa no está en cuánto cobramos, sino en la propia consideración que damos a cómo debe ser nuestra jubilación. El 91% de los españoles activos opina que debe ser el Estado el que garantice las prestaciones, y sólo un 37% cree que los propios trabajadores deben hacer aportaciones al sistema. En el Reino Unido, Alemania, e Italia la conciencia de la necesidad de que cada uno haga también aportaciones es mucho mayor, y alcanzan proporciones inversas a las españolas, un 83%, un 76% y un 63% respectivamente.

Es cierto que, ante la evidencia, los españoles no comenzamos a ahorrar para la jubilación antes. La media actualmente se sitúa en los 46 años, mucho más tarde que en Francia (37 años) o Reino Unido (31 años).

OJO AL DATO

Otro dato interesante, y OJO AL DATO, que diría Butanito. Si ahora 75 españoles cotizan a la Seguridad Social por cada 25 que no trabajan, en 2050 la proporción será inversa. Según la Comisión Europea, en esa fecha habrá 61 jubilados por 39 cotizantes. Con estos datos no hace falta ser Aramis Fuster para adivinar el futuro que espera al sistema de pensiones.

¿Qué hacer para afrontar un futuro incierto cuando nos llegue la jubilación a los que aún no hemos pasado de los 50?. Esto se pregunta la prensa económica en cada cambio de año con “especiales”, con “dossieres” dedicados a estudiar las posibilidades que el mercado ofrece solucionar este problema. Hay numerosos productos que pueden permitirnos invertir nuestros ahorros para que el día de mañana produzcan y podamos tener a la hora de jubilarnos dinerito suficiente para cubrir los gastos domésticos y, por qué no, incluso poder pasar unas semanitas en Benidorm.

De los capítulos que ido recopilando en los últimos meses voy a comentar los que más me han llamado la atención. Cada revista o periódico publica recomendaciones y cuadros resumen del sinfín de oportunidades que deparan los mercados. Y en todos ellos manda la Diversificación como clave para elegir los activos en los que invertir, distinguiendo entre Financieros, Inmobiliarios y Alternativos o Bienes de colección. Elpaís publicaba un cuadro con diferentes porcentajes recomendados en los activos financieros, según el perfil de riesgo del cliente, pero recomendando un 20% en “inversiones alternativas” para cualquier perfil. Mientras que Actualidad Económica destaca titulares que “en cualquier de inversión debe haber un hueco para productos alternativos como arte, joyas o sellos”.

El suplemento “Ahorro e Inversión” que publica cada fin de año El Correo hace un interesante análisis de la gama de productos adaptada a cada edad y a cada perfil. Ya sabéis, perfil moderado, agresivo y conservador, en función de los redaños y lo ambicioso que sea cada uno. Las inversiones cuyos activos subyacentes son los bienes de colección (planes patrimoniales) vienen sólo recomendados para inversores tranquilos y conservadores, y para aquéllos que están buscando rentas de patrimonio para el futuro.

BENEFICIOS SIN SOBRESALTOS

Más adelante el suplemento titulaba un artículo “La Seguridad Social, un castillo de naipes pendiente de la pirámide poblacional” y ahí recordaban que los planes de pensiones y de jubilación están dando rentabilidades por debajo del IPC y que el mercado inmobiliario comienza a declinar.

Y ya al final del suplemento se hacía un serio repaso a los bienes tangibles con un título que decía “La filatelia, una opción para quienes buscan un beneficio sin sobresaltos”. “La filatelia, o el coleccionismo de sellos, no sólo es una afición que interesa a cientos de miles de españoles, sino que ha logrado en los últimos interesar también a muchas personas que ven en los sellos una interesante inversión, recomendada por todos los especialistas para el perfil conservador que no busca inversiones especulativas”.

El artículo asegura que “estas inversiones cuentan en España con más de 300.000 clientes y mueven más de 1.000 millones de euros al año”. Y alude también a algo que yo escribí recientemente que es el tema de la nueva ley de instituciones de inversión colectiva que aumenta las garantías para este tipo de productos hasta ahora no regulados.

Artículos curiosos como el de la revista de divulgación científica Muy Especial que revela algo que yo desconocía. Tras hablar de los sellos como valor refugio dice el autor: “Por ejemplo, ¿en qué moneda cree que se hacía pagar los torneos el ajedrecista ruso Anatoli Karpov: dólares, francos suizos, yenes...? No, en sellos”.

La revista especializada Actualidad Económica también dedicó a mediados de año un artículo a las inversiones alternativas en el que destaca que “Los productos más recomendados son los libros, con una revalorización media del 20% a largo plazo, y los sellos, cuya rentabilidad está entre el 10% y el 12%”.

Y en varios medios informativos he visto un especial interés por no confundir al lector y recordar que no todos los sellos valen como inversión. El diario económico líder, Expansión, señalaba que “Para elegir un producto con potencial de rentabilidad hay que observar la tirada (cuanto más escasa, más posibilidades hay de que se genere una demanda interesante) y el rigor del país emisor (es conveniente que pertenezcan a países de la FIP – Federación Internacional de Filatelia-). Hay que analizar su trayectoria y estudiar el comportamiento y evolución en el mercado a lo largo del tiempo...”

La revista Emprendedores titula un apartado de un amplio artículo sobre tangibles “Ganar sin pegar sello” y recomienda: “Comprar los pertenecientes a tiradas cortas, controladas y con temáticas de gran demanda” para luego señalar algunas otras opciones para los más audaces como “buscar la distinción entre los iguales” algo que, ya hemos comentado, más que para los audaces está reservado para los suertudos o para los ricos.

Actualidad Económica en sus recomendaciones para 2005 señala la “seguridad, liquidez, fiscalidad, además de una rentabilidad tranquila siempre ganando a la inflación como cualidades de la Filatelia como inversión”. Y Capital en su Guía para 2005 recomienda destinar un 10% de la cartera a nuestros activos fijándose específicamente en la Calidad Filatélica: “no todo objeto coleccionable puede convertirse en activo de inversión, la primera regla es dejarse aconsejar por los expertos, y el buen estado de conservación, la escasez e incluso los errores en su edición son algunas de sus virtudes”.

Estos son sólo algunos de los cada vez más frecuentes artículos de prensa salmón relacionados con la Filatelia. Un peso específico progresivo en la que coleccionismo e inversión van generando sinergias mutuas. Al fin y al cabo, estos millones de euros que mueven las sociedades de inversión en bienes de colección en general, tienen su base en los millones de coleccionistas que hay en el mundo. En el comportamiento histórico de la Filatelia. En el papel creciente e influyente que van alcanzando las subastas, los peristas, los cada vez más profesionalizados comerciantes y la apuesta de los coleccionistas por estructurar sus colecciones en base a Calidad y Temáticas apreciadas.

Una apuesta que en España genera un desequilibrio que habría que corregir: tenemos un altísimo nivel y un gran número de coleccionistas, tenemos un plantel de comerciantes filatelistas en las mejores condiciones de asesorar y estructurarlas colecciones de sus clientes. Y no se corresponde este nivel con la pobre respuesta de una política filatélica por parte de la Administración que debería estar mejor orientada al coleccionismo como su mejor cliente. “Dios que bon vasallo si oviese bon señore” que reza el Cantar del Mío Cid.

 

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